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viernes, 25 de enero de 2013


Dani, un indigente con sueños


     El ciudadano común identifica a los indigentes como seres humanos agresivos, desagradables, peligrosos y drogadictos. En algunas ocasiones suele ser cierto, en otras no,  como es el caso de Dani, quien abandonó su casa a los 8 años, porque su abuela; la personada encargada de criarlo, después de haber sido abandonado por su madre, lo maltrataba abruptamente. Trece años después él tiene un sueño, ser Pastor ¿El objetivo? Ayudar a otros que se encuentran en su misma situación de calle.

Dani tiene 21 años, nació el 12 de febrero, de 1991. No tiene cédula y Lleva 10 años viviendo en los alrededores de  la Av. Rómulo Gallegos, cerca de la estación del metro Los dos Caminos. Suele compartir con Carmelina, otra indigente que habla muy poco e intenta mantenerse distante de los peatones. Al preguntarle por ella dijo: “Esa señora es muy querida y respetada por todos nosotros, la cuidamos. Eso sí ella tiene un mal carácter”.


 Hablar de su pasado le entristeció y afirmó: “Prefiero la calle a una cárcel, la calle es mi hogar”. Pues contó que su abuela lo dejaba días sin comer, lo obligaba hacer las tareas con las rodillas  sobre unas chapitas, las cuales debían estar con los bordes hacia arriba y lo golpeaba a diario, a veces paraba solo al ver sangre sobre su espalda.  Un día decidió huir de su casa y más nunca volver.
Cuando cuenta sobre su presente, se siente orgulloso, aseguró ser diferente, porque él que no sentía odio, ni rencor hacia nadie, solo tenía fe en Dios, su padre, el único todopoderoso,  para llegar a su meta de ser Pastor. El rechazo y el maltrato de la gente no lo dañaron, aseguró con entusiasmo.
En el 2010 se acercó a una Iglesia Cristiana Evangélica, donde asistía con frecuencia, pero por su adicción a las drogas, no le permitieron más la entrada, debido a que un evangélico debe estar alejado de ese mundo.  Empezó a consumir drogas en la calle, para aguantar más tiempo el hambre. Comentó sobre sus intentos de dejarla, pero no ha podido. El tiempo máximo que ha pasado sin consumir es dos meses.
Al preguntarle por qué no ha ido a la Fundación Misión Negra Hipólita, mencionó que allí los otros indigentes le robaban sus cosas, peleaban mucho e inclusive le quitaban la comida.
La Lic.  Angly Montilla, Directora de Comunicaciones del Ministerio del Poder Popular para las Comunas, ente encargado de la Misión Negra Hipólita, aseguró que la situación mencionada por Dani solía pasar en ocasiones en algunos centros, porque ellos vienen de no seguir reglas. Pero los psicoterapeutas se encargan de la situación.
Carmelina
            La señora Carmelina, “como empieza a trabajar a las dos” no permitió que se le preguntara nada. Eso dijo ella al preguntarle si se le podía fotografiar y preguntar algunas cosas. Su trabajo consistía en ordenar, limpiar y sacudir  4 cajas, más 10 botellas de cervezas, una y otra vez. En sus manos sostenía una servilleta que mojaba con un líquido amarillo, el cual estaba en un potecito translúcido redondo, para remover el sucio. Al terminar su oficio le pregunté qué era ese líquido y me respondió: “Eso es miao, lo pongo en el sol, lo tapo con el pañito y así esta más calientico”.

Opinión de la psicóloga Laura Escorcia

La falta de ingresos propios es una de las características principales de la indigencia. El indigente no tiene empleo o trabaja en condiciones precarias, lo que se traduce en serias dificultades para cubrir sus necesidades. Vive una situación de marginación social por la extrema pobreza.
“En el caso de Dani creo que tener este sueño es también un mecanismo de defensa, en el sentido de que busca llegar a esta meta como una forma de poder seguir viviendo a pesar de la adversidad, el hecho de que siga este objetivo hace pensar de que Dani está algo cercano a la realidad”.
“Carmelina tiene un nivel de inconsciencia o falta de relación de sus actos con la realidad, es decir, aunque use e identifique la orina, el hecho de que ella haga esa relación de "orina-limpiador" nos habla de un alejamiento con la realidad (debido a que todos sabemos que la orina no es un limpiador), es una repercusión psicológica.
La cantidad de elementos del ambiente amenazantes que ha vivido (inseguridad, alto riesgo de muerte, dificultad para saciar necesidades básicas, etc.), traen estas repercusiones mentales y suele suceder que el hecho de estar expuesta desde temprana edad a estos elementos hace que el cerebro se distancie de la realidad como mecanismo de defensa para protegerse.
Cuando hablo de distanciamiento de la realidad es uno de los criterios más claves para hablar de un perfil típico de un psicótico”.
No obstante el porqué o la causa, nos llevan a un pensamiento circular (tipo quien fue primero, ¿el huevo o la gallina, es decir, ¿se fue a la calle y ahí se volvió loca?, ó ¿se volvió loca y por eso terminó en la calle? para saber eso faltaría indagar un poco más, aunque en estas personas la información que puedan dar suele ser confusa e insuficiente.


María Gabriela Pérez C.I. 19.868.121




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