En procura de la belleza hay personas que
recurren a los biopolímeros
Las dos caras del
biopolímero
El uso de biopolímeros con
fines estéticos se ha incrementado, los riesgos y efectos secundarios que
aparecen luego de la administración encendieron la alerta en las autoridades sanitarias
del país
(Imagen
referencial)
Los
biopolímeros son compuestos derivados de la silicona líquida, en estética se
usan para corregir arrugas, aumento de labios, pantorrillas, glúteos y senos.
Una vez que son administrados, dentro del cuerpo, el biopolímero se transforma
en gel o pelotas de silicón duro; el organismo los encapsula originando
granulomas que son evidenciados en forma de abultamientos o tumores y que
solamente pueden ser extraídos a través de un procedimiento quirúrgico.
En Venezuela las inyecciones de
biopolímeros son “comercializadas” y aplicadas por personas que no están
ligadas al sector salud y en lugares que no cuentan con el permiso sanitario
correspondiente, tipo Spa y peluquerías. Personas que quieren corregir alguna
imperfección corporal han sido engañadas por la falsa publicidad, el producto
es de bajo costo y las técnicas de administración son menos invasivas que una
cirugía plástica.
“Fraude
total”, esa es la definición de biopolímeros aportada por Zulay Jaimes, de 34
años de edad. En febrero de 2011 cayó en las manos de un sujeto que se hizo
pasar por cosmetólogo, ella junto a otras siete mujeres se encontraban en una
peluquería ubicada en el oeste de Caracas y de la cual ella era cliente
frecuente, la mañana transcurría de manera normal, a eso de las 10:30 am llegó
un hombre ofreciendo las ventajas de la inyección de biopolímeros, para ella y
el resto de las féminas que se encontraban en aquel recinto las tomó por
sorpresa, sin embrago decidieron escuchar atentamente la explicación. Jaimes
siempre había querido aumentarse los glúteos, no estaba conforme con esa parte
de su cuerpo, tampoco su pareja que en reiteradas oportunidades le presentaba
la opción de la cirugía estética, pero no contaban con los recursos económicos
suficientes para costear aquel retoque. Ella pensando en la economía pero no en
las complicaciones, decidió y acordó someterse al procedimiento dos días
después de aquel encuentro en la peluquería.
El
supuesto cosmetólogo, cuya identidad se desconoce, la citó para su consultorio,
un apartamento en la avenida Urdaneta, en el centro de la capital. Estando allí
a Jaimes le genera suspicacia el hecho de que en la entrada no había ningún
aviso, ni enfermeras, ni pacientes, en fin. Solo quedó la sospecha, sin
pronunciar ninguna palabra, entra a una habitación en la cual había una
camilla, se quita la ropa y se coloca una bata quirúrgica, de esas azules.
Seguidamente se abre la puerta, ingresa el hombre con guantes en las manos y un
tapabocas, en sus manos tenía varias inyectadoras y agujas. Comenzó a inyectarle
en repetidas oportunidades, el procedimiento tardó 20 minutos aproximadamente,
luego de finalizar permaneció en el lugar durante media hora más, durante ese
tiempo se observó en un espejo, satisfecha con el resultado para ese momento,
solamente sentía dolor, algo normal y pensó en el dicho que reza: “para ser
bellas hay que ver estrellas”.
La
satisfacción para ella y su esposo duró solamente un par de meses, en abril de
2011 Jaimes comienza a notar enrojecimiento e inflamación en sus glúteos,
presentó fiebre y decide ir al consultorio donde la habían atendido,
sorprendida quedó al llegar y ver que el apartamento estaba deshabitado, nadie
sabía del paradero de la persona que le administró los biopolímeros. El esposo
y su familia la convencen de acudir a un centro de salud privado, el médico que
la evaluó le diagnosticó una infección severa, le prescribió antibióticos y la
remitió a un cirujano plástico para que evaluara la situación. Pasaron un par
de semanas para p
poder controlar la infección, luego fue sometida a dos
intervenciones quirúrgicas para retirar los biopolímeros que pudieron y
reconstruir el área de los glúteos.
El
número de personas que han recibido inyecciones de biopolímeros va en aumento,
algunos deciden denunciar antes las autoridades sanitarias y otras no. Para el
año 2011, 566 víctimas acudieron a
denunciar ante el máximo ente de salud en el país, el Ministerio del Poder
Popular para la Salud. En respuesta a todas estas personas, el Servicio
Autónomo de Contraloría Sanitaria, adscrito al ente gubernamental, prohibió el
uso de los biopolímeros bajo sus formas genéricas: Biofill, Bios Kin, Metacol,
Silomed y Bioderm. La medida fue anunciada por la ministra Eugenia Sader el 22
de diciembre del año 2011, quien además dijo que las personas o profesionales
de la salud que no acaten la medida se les aplicará sanciones de tipo legal y
administrativa. Esta decisión fue celebrada por integrantes de varios sectores
de la sociedad, especialmente por los del sector salud, los cirujanos
plásticos, que esperan se diseñe los mecanismos de control para el uso de estas
sustancias.
Las
víctimas que han presentado complicaciones tras la administración de los
biopolímeros, en su mayoría mujeres, pero también existen casos de hombres que
se han inyectado estas sustancias, se han organizado y formaron el movimiento “No a
los biopolímeros” que agrupa a 920 afectados. El movimiento
busca crear conciencia entre la población, dar a conocer los daños asociados al
uso de los biopolímeros para que más nadie pase por la situación de cada uno de
sus miembros, así como también buscan el apoyo del Ministerio del Poder Popular
para la Salud, el Ministerio Público y la Defensoría del Pueblo para diseñar
los mecanismos idóneos para atender la situación, además que las autoridades
alerten a la población venezolana sobre el riesgos, algunos irreversibles, que
produce la aplicación de los biopolímeros en el organismo.
Vilton
Castillo.
viltoncastillo@gmail.com
CI:
15470836
Semestre: VI.
Turno: mañana.
Sección: “C”.
Julio de 2012.
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