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miércoles, 5 de septiembre de 2012


El problema de la mendicidad en las calles venezolanas


La calle: el refugio de los sin techo



Los vicios, problemas familiares y la falta de empleo son algunas de las causas de este fenómeno.
Cada sociedad tiene sus marginados sociales, los mendigos son sólo una muestra del problema colectivo que sufre Venezuela, donde el 10,7 % de la población vive con este problema según un informe de la CEPAL en el año 2010.
Sólo en Caracas mediante  un censo realizado por la Misión Negra Hipólita en el año 2011, se  maneja una cifra aproximada de 2000 y 2500 personas en situación de indigencia o mendicidad, una colaboradora de la misión aseguró que “es difícil censarlos porque no tienen un lugar fijo donde vivir, la única manera de lograr un conteo fiable a nivel metropolitano es hacerlo en una misma noche, para garantizar que no se cuente dos veces a la misma persona".
Y es que no hace falta ser buen observador, tan solo basta estar una par de horas en la calle para darse cuenta de los semáforos y aceras que fueron tomadas por estas personas, que si bien es cierto son iguales a otras en muchos aspectos, también son diferentes en cuanto a su modo de vivir y que  poseen ciertas características especiales.
Tras un recorrido a lo largo de la avenida Andrés Bello se pudo contabilizar al menos 11 personas en situación de calle, todos en una realidad  diferente como limpia parabrisas, malabaristas, magos o simples pedigüeños, pero con un fin común, llenar los bolsillos con algunos Bolívares, tal cual lo hace María Rojas.
Ella es una venezolana como miles que se dedican a la tarea de pedir  limosna en las calles, sus brazos rayados como la piel de un tigre denotan las cicatrices de múltiples cortadas hechas a causa del consumo de narcóticos. “Me fui de mi casa a los 16 años porque mi papá me maltrataba, estuve en las drogas pero ya me alejé de eso, ahora prefiero pedir  a la gente para poder comer”. Apuntó María. Sus sueños se han acostumbrado al cartón y al suelo donde pernocta, a sus 36 años de edad, 20 los ha vivido durmiendo en aceras y  ranchos.
Unas cuantas láminas de zinc sirven como “hogar” para ella y cuatro parejas más según relata María, quien cada día baja del parque nacional Waraira Repano donde se ubica esta vivienda improvisada para recorrer las adyacencias de la Hermandad Gallega y empezar con el “martilleo”  como ella lo define.
“Con lo que la gente me da me mantengo, pero ya estoy aburrida de esto, quisiera trabajar y tener una casa donde llegar y ver televisión, tengo años que ni siquiera  voy a la playa, esto no es vida para nadie” dijo María. Cuando se le preguntó si alguna vez había estado en algún centro de reinserción social respondió que estuvo en uno donde recibía alimentos y le daban un sitio para dormir pero la obligaban a trabajar para esa institución y no la dejaban comunicarse con su familia, lo cual terminó aburriéndola  llevándola nuevamente a las calles.
Mendigos de oficio
Existe otra realidad relacionada con este tema, no todas las personas mendigan por una completa necesidad, si no porque el oficio les deja buenas remuneraciones económicas.
Luis Moreno tiene 24 años, y expresa que a causa de las drogas sus padres lo botaron de la casa y ahora vive con una abuela, hecho que lo llevó a realizar malabarismos en los semáforos de la zona. “Es difícil salirse de los vicios cuando ya estás en ellos, hay días que recojo como 100 Bolívares para comer y comprar algo de hierba”, admitió Luis sin pena alguna.
Otro caso es el de Enrique Tovar que se monta en las camioneticas con una frase cliché, “vengo del centro de rehabilitación alcance victoria donde no contamos con ayuda del gobierno ni empresas privadas…”, enunciado que va acompañado por la repartición de tarjetas con pensamientos de amor las cuales no tienen un valor monetario preestablecido, sólo el que los pasajeros quieran ponerle, “No cuento con trabajo, y repartir estas tarjetas me ayuda a llevar algo de comer a mi familia” comentó Enrique cuando contaba que vivía con su esposa e hija “arrimados” en casa de un familiar.
Uno o dos Bolívares Fuertes son los que la gente devolvía por las tarjetas, en total los dividendos que generan estas cartulinas son entre 120 y 180 Bolívares diarios como él explicaba.
Ayuda espiritual
Al igual que Enrique son varias las personas que se dedican a pedir en nombre de un centro de rehabilitación llamado Alcance Victoria, esta institución ubicada en la avenida Urdaneta cuenta con varios años en el país, y como señala su coordinador Nelson Hernández es falso que la institución mande a la gente a pedir colaboraciones para ellos.”Hay gente que usa el nombre del ministerio para sus propios beneficios, más que una institución de ayuda somos también una iglesia y vivimos de las ofrendas y el trabajo de nuestra propia gente”.
El trabajo que realiza Alcance victoria  es el de rescatar personas en situación de calle las cuales son alcanzadas, preparadas y envisionadas para reinsertarlas en la sociedad, cuentan con una casa hogar para hombres en La Vega y otra para mujeres en Catia, donde sus  principales problemas provienen por el alcoholismo, drogas y maltrato familiar.
Hernández recalca que estas personas más que mendigar por comer, mendigan por una ayuda para su alma es por ello que la ayuda no es solo satisfacer sus necesidades físicas, sino también brindarles ayuda espiritual “nosotros hacemos el trabajo que Cristo hizo, ayudar al prójimo sin importar su condición de vida, Cristo vino a  rescatar a los perdidos”.
El coordinador agregó también que es difícil que todos se dejen ayudar, hay veces que solo van a las casa hogar a comer, dormir, bañarse y se van mientras que la gran mayoría razona y piensa en darse una nueva oportunidad para ser útiles a la sociedad y a su comunidad.
“La mayoría de la gente se hacen los ciegos o sordos cuando pasan al lado de un mendigo, este problema es de cada ciudadano, siempre van por lo más fácil que es darle dinero, pero no optan por algo mejor, que es sentarse y escucharlos”, concluyó Hernández.
Para bien o para mal, por necesidad o por negocio la mendicidad es un problema con  varias directrices, la calle se ha convertido en el refugio de las personas sin techo, en donde a sol y a lluvia sobrevivir es todo una hazaña.
Alumno: Fabio Pilamunga
CI 18331092


Cátedra: Periodismo avanzado (Verano)

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