El
problema de la mendicidad en las calles venezolanas
La calle: el refugio
de los sin techo
Los
vicios, problemas familiares y la falta de empleo son algunas de las causas de
este fenómeno.
Cada sociedad tiene sus marginados sociales,
los mendigos son sólo una muestra del problema colectivo que sufre Venezuela,
donde el 10,7 % de la población vive con este problema según un informe de la
CEPAL en el año 2010.
Sólo
en Caracas mediante un censo realizado
por la Misión Negra Hipólita en el año 2011, se
maneja una cifra aproximada de 2000 y 2500 personas en situación de
indigencia o mendicidad, una colaboradora de la misión aseguró que “es difícil censarlos porque no
tienen un lugar fijo donde vivir, la única manera de lograr un conteo fiable a
nivel metropolitano es hacerlo en una misma noche, para garantizar que no se
cuente dos veces a la misma persona".
Y
es que no hace falta ser buen observador, tan solo basta estar una par de horas
en la calle para darse cuenta de los semáforos y aceras que fueron tomadas por
estas personas, que si bien es cierto son iguales a otras en muchos aspectos,
también son diferentes en cuanto a su modo de vivir y que poseen ciertas características especiales.
Tras
un recorrido a lo largo de la avenida Andrés Bello se pudo contabilizar al
menos 11 personas en situación de calle, todos en una realidad diferente como limpia parabrisas,
malabaristas, magos o simples pedigüeños, pero con un fin común, llenar los bolsillos
con algunos Bolívares, tal cual lo hace María Rojas.
Ella
es una venezolana como miles que se dedican a la tarea de pedir limosna en las calles, sus brazos rayados
como la piel de un tigre denotan las cicatrices de múltiples cortadas hechas a
causa del consumo de narcóticos. “Me fui de mi casa a los 16 años porque mi
papá me maltrataba, estuve en las drogas pero ya me alejé de eso, ahora
prefiero pedir a la gente para poder
comer”. Apuntó María. Sus sueños se han acostumbrado al cartón y al suelo donde
pernocta, a sus 36 años de edad, 20 los ha vivido durmiendo en aceras y ranchos.
Unas
cuantas láminas de zinc sirven como “hogar” para ella y cuatro parejas más según
relata María, quien cada día baja del parque nacional Waraira Repano donde se
ubica esta vivienda improvisada para recorrer las adyacencias de la Hermandad
Gallega y empezar con el “martilleo” como
ella lo define.
“Con
lo que la gente me da me mantengo, pero ya estoy aburrida de esto, quisiera
trabajar y tener una casa donde llegar y ver televisión, tengo años que ni
siquiera voy a la playa, esto no es vida
para nadie” dijo María. Cuando se le preguntó si alguna vez había estado en
algún centro de reinserción social respondió que estuvo en uno donde recibía
alimentos y le daban un sitio para dormir pero la obligaban a trabajar
para esa institución y no la dejaban comunicarse con su familia, lo cual
terminó aburriéndola llevándola
nuevamente a las calles.
Mendigos de oficio
Existe
otra realidad relacionada con este tema, no todas las personas mendigan por una
completa necesidad, si no porque el oficio les deja buenas remuneraciones
económicas.
Luis
Moreno tiene 24 años, y expresa que a causa de las drogas sus padres lo botaron
de la casa y ahora vive con una abuela, hecho que lo llevó a realizar
malabarismos en los semáforos de la zona. “Es difícil salirse de los vicios
cuando ya estás en ellos, hay días que recojo como 100 Bolívares para comer y
comprar algo de hierba”, admitió Luis sin pena alguna.
Otro
caso es el de Enrique Tovar que se monta en las camioneticas con una frase
cliché, “vengo del centro de rehabilitación alcance victoria donde no contamos
con ayuda del gobierno ni empresas privadas…”, enunciado que va acompañado por
la repartición de tarjetas con pensamientos de amor las cuales no tienen un
valor monetario preestablecido, sólo el que los pasajeros quieran ponerle, “No
cuento con trabajo, y repartir estas tarjetas me ayuda a llevar algo de comer a
mi familia” comentó Enrique cuando contaba que vivía con su esposa e hija
“arrimados” en casa de un familiar.
Uno
o dos Bolívares Fuertes son los que la gente devolvía por las tarjetas, en
total los dividendos que generan estas cartulinas son entre 120 y 180 Bolívares
diarios como él explicaba.
Ayuda espiritual
Al
igual que Enrique son varias las personas que se dedican a pedir en nombre de
un centro de rehabilitación llamado Alcance Victoria, esta institución ubicada
en la avenida Urdaneta cuenta con varios años en el país, y como señala su coordinador
Nelson Hernández es falso que la institución mande a la gente a pedir
colaboraciones para ellos.”Hay gente que usa el nombre del ministerio para sus
propios beneficios, más que una institución de ayuda somos también una iglesia
y vivimos de las ofrendas y el trabajo de nuestra propia gente”.
El
trabajo que realiza Alcance victoria es
el de rescatar personas en situación de calle las cuales son alcanzadas,
preparadas y envisionadas para reinsertarlas en la sociedad, cuentan con una
casa hogar para hombres en La Vega y otra para mujeres en Catia, donde sus principales problemas provienen por el
alcoholismo, drogas y maltrato familiar.
Hernández
recalca que estas personas más que mendigar por comer, mendigan por una ayuda
para su alma es por ello que la ayuda no es solo satisfacer sus necesidades
físicas, sino también brindarles ayuda espiritual “nosotros hacemos el trabajo
que Cristo hizo, ayudar al prójimo sin importar su condición de vida, Cristo
vino a rescatar a los perdidos”.
El
coordinador agregó también que es difícil que todos se dejen ayudar, hay veces
que solo van a las casa hogar a comer, dormir, bañarse y se van mientras que la
gran mayoría razona y piensa en darse una nueva oportunidad para ser útiles a
la sociedad y a su comunidad.
“La
mayoría de la gente se hacen los ciegos o sordos cuando pasan al lado de un
mendigo, este problema es de cada ciudadano, siempre van por lo más fácil que
es darle dinero, pero no optan por algo mejor, que es sentarse y escucharlos”,
concluyó Hernández.
Para
bien o para mal, por necesidad o por negocio la mendicidad es un problema
con varias directrices, la calle se ha
convertido en el refugio de las personas sin techo, en donde a sol y a lluvia
sobrevivir es todo una hazaña.
Alumno: Fabio Pilamunga
CI 18331092
No hay comentarios:
Publicar un comentario